SUPERLATIVO

La hermosa lección de deportividad dada por el público del estadio madridista al aplaudir a Ronaldinho tras lograr el tercer y definitivo gol del vigente campeón de liga es probablemente el detalle que mejor demuestra la gran diferencia que en estos momentos separa a los dos conjuntos más laureados de nuestro fútbol. Ya desde el pitido inicial, el Barcelona encaró el partido con un talante dominador y autoritario y pudo adelantarse por dos veces antes de que Etoo abriera el marcador tras resolver una acción en el área que había iniciado el joven Messi, que pasó con nota su examen pese a sus 18 años.
El monólogo azulgrana se hizo entonces aún más intenso y la única inquietud para el lado catalán venía por el hecho de que no se terminaba de sentenciar el partido, algo que, si tienes a Ronaldo enfrente, puede resultar crítico, pero Ronaldinho, el mejor jugador del planeta, liquidó cualquier atisbo de duda con dos goles antológicos en los que sorteó a cuantos defensas blancos le salieron al paso para acabar batiendo a un impotente Casillas, que fue de los pocos merengues que salvo la cara y principal motivo de que el histórico 0-5 que lograra Cruyff en ese mismo estadio hace más de 31 años no se quedara ayer corto.
El futuro se presenta más que prometedor para los intereses azulgrana. Posée un equipo joven, con talento y con empuje, que se hallan en una edad ideal para establecer una larga dinastía en la competición doméstica y alcanzar algún máximo trofeo continental, algo de lo que anda muy escaso el club catalán. Sólo la gigantesca capacidad autodestructiva del Barcelona puede echar al traste tan espléndida perspectiva, aunque para evitarslo se antoja difícil encontrar a alguien más capacitado que el técnico holandés, Rijkaard (que ayer se convirtió en el primer entrenador en la historia del Barcelona en ganar dos veces en el coliseo madridista), cuyo aplomo, mesura y tranquilidad, tanto en los momentos fáciles como en los complicados parecen el necesario contrapunto para un club excesivamente dado al lloriqueo , el victimismo y el histerismo.
Para el Madrid, por el contrario, llega la hora de la reflexión. La venta de camisetas, la búsqueda de mercados económicamente rentables para vender la imagen, el glamour, etc... están muy bien para las cuentas económicas, pero a Florentino Pérez parece habérsele olvidado que la principal imagen que vende es la del triunfo, una imagen que llevan camino de olvidar vender por tercer año consecutivo.
Saludos.
2 Comments:
OFF TOPIC:
¡Amunt Valencia!
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Anónimo, at 1:08 p. m.
Ese dos contra nadie al larguero del Cadiz.
Impresionante.
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Ignacio, at 5:39 p. m.
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