JORDI VILLACAMPA, eternamente discutido
Para los que no me conocen, soy aficionado al baloncesto ACB e hincha incurable del Joventut de Badalona y mi ídolo siempre fue su emblemático jugador Jordi Villacampa. Como participante asíduo del foro de la ACB, hace unos años que escribí este "artículo" sobre el susodicho que a continuación paso a plasmar aquí:
Según tengo entendido (y es perfectamente factible que me equivoque), Jordi Villacampa debutó con el primer equipo del Joventut de la mano de Manel Comas en la final de la Copa Korac del 81 contra el Carrera de Venecia en el Palau Blaugrana. No debe ser sencillo debutar a los 19 años en esa situación: pocos minutos para acabar el partido, marcador ajustadísimo y el equipo tan mermado por las faltas que te ves obligado a entrar a la cancha cuando tus planes para esa noche no incluían nada más atrevido que echarle las toallas a tus compañeros seniors en los tiempos muertos. Años después, Comas comentó: “le miré a la cara y estaba blanco como el papel”, pero el de Reus tuvo más remedio que saltar a la cancha.
El caso es que la penya ganó aquel título (el primero europeo de su historia) gracias a que una canasta (claramente fuera de tiempo) de Joe Galvin permitió forzar la prórroga, pero si alguien espera que comenté que Villacampa tuvo una actuación descollante en aquella final, que se vaya desengañando, pues falló los tres tiros que intentó en el partido, uno de los cuales, según tengo entendido, estuvo a punto de costarle la victoria a la penya. Este es un sambenito con el que Villacampa ha tenido que cargar toda la vida, el de no ser un jugador para finales ajustados. Cierto que poco hay que reprocharle a un crío de 19 años que debuta en condiciones tan extremas, pero es que en su extensa carrera son pocas las ocasiones en que se le han visto canastas decisivas sobre la bocina al estilo Jordan y eso, en un jugador con unas condiciones físicas y técnicas tan espléndidas, le convierte en el objeto de muchas críticas, sobre todo de los periodistas, tan dispuestos a crear un ídolo como a derribarlo.
Como jugador era, simplemente, impresionante. Poseía unos fundamentos que quitaban la respiración, una elegancia sobre la pista sin parangón y una capacidad para entrar a canasta nunca igualada por otro jugador español. En sus primeros años carecía un poco de tiro exterior, pero es un defecto que fue puliendo con los años hasta convertirse en un tirador de primera línea, aunque jamás pudo igualar al matraco Margall.
La carrera de Villacampa podría dividirse en tres periodos más o menos definidos:
1 – Los años de la frustración (1981-1988): acompañado por un grupo de jugadores salidos de la cantera de un nivel excepcional como Margall, Montero, Jofresa, etc... Jordi conoce los sinsabores de quedarse siempre a las puertas de los grandes títulos. Es varias veces finalista, tanto de liga como de Copa, pero su equipo nunca consigue culminar con éxito la empresa. En esos primeros años es entrenado por gente como Manel Comas, Aíto García Reneses o Miquel Nolis. En la temporada 86-87 debuta como primer entrenador un joven de 24 años que lleva a la penya al subcampeonato tanto de Copa como de Liga, Alfred Julbe, pero ese año, de la mano de Aíto García Reneses, el Barcelona había armado un equipo imbatible para un conjunto con solo 6 jugadores de primer nivel (Montero, Villacampa, Margall, Johson, Merieweather y Rafa Jofresa), y el banquillo da ambos títulos al conjunto culé. A todo esto hay que añadir la inexplicable sustitución de Jordi por José Manuel Beirán de la lista de jugadores que se adjudicaron la plata en los Ángeles’84, después de haber disputado todo el preolímpico.
Los años que siguen son los más frustrantes para Villacampa, y donde se empieza a labrar el desagradable mito del Joventut de “eterno semifinalista”. En la temporada 87-88, además de caer en las semifinales de Copa por sólo dos puntos contra el Madrid (creo recordar que tras una prórroga) y ceder en semifinales contra el barça en cinco partidos (después de tener el 2-1 e ir ganando el cuarto partido por 9 puntos de diferencia), el Joventut se planta en la final de la Recopa mermadísimo por las lesiones y cede en la prórroga después de levantar una diferencia de 16 puntos contra el Limoges de Dacury, Ostrowsky, Michel Gómez y compañía. La participación de Villacampa en los partidos decisivos no siempre está a la altura y eso hace que muchos periodistas encarnen la figura de líder y figura del Joventut en José Antonio Montero, jugador que en aquel momento parecía más “echao palante”. La tercera temporada de Julbe (88-89) es quizá la más discreta, pues cae casi sin rechistar tanto en la Copa, como en la liga como en la Korac, lo que le cuesta al técnico la no renovación.
Durante esos años nace otro tópico sobre Villacampa: es un jugador que no rinde en la selección. Tener delante a Epi o Sibilio parece intimidar a Jordi, que no logra dar la auténtica medida de sus posibilidades en el equipo nacional hasta el Mundial de Argentina’90.
2 – Los años dorados: La temporada 89-90 significa el embrión de los que en los años siguientes sería el mejor Joventut de la historia. Debuta Herb Brown como entrenador, pero el experimento americano no durará mucho. La derrota en la final de Copa (en la que parte como favorito) contra el CAI de Mark Davis (47 puntos en la final) es el preludio del cese de Brown que se consumará un par de semanas después, siendo sustituido por otro técnico de la casa: Pedro Martínez, que llevará al Joventut al segundo título en la carrera de Villacampa: la Copa Korac. En una vibrante final contra el campeón de la lega, el Scavolinni, el Joventut barre de un plumazo todos los mitos sobre su falta de carácter con un gran partido de Jordi en la ida y otro de Montero en la vuelta. Esta es la campaña de definitiva consolidación de Villacampa y, aunque el rendimiento del equipo es irregular, fulmina al Madrid en semifinales por 3-0 y tres partidos de más de 30 puntos de Villacampa (“es un jugador de NBA” declara George Karl), para ser a su vez abatidos por el mismo marcador por un barça sideral en la final. Al final de temporada salta la bomba: el Joventut anunciaba el fichaje de Lolo Sáinz y con él se inicia la mayor etapa de gloria de la historia del Joventut gracias a los fichajes de Thompson, Pressley, Ferrán (la respuesta a la marcha de Montero al barça) y el retorno de Pardo. La penya gana dos ligas consecutivas (90-91 y 91-92) con un espléndido Villacampa y solo un triple asesino le impide coronarse campeón de Europa. Esa misma temporada, Villacampa deja boquiabierta a la NBA con su actuación en la final del Open McDonalds, en la que su equipo se queda a dos puntos de batir a los Lakers de Magic y él acaba como máximo anotador con 23 puntos en un duelo electrizante con Byron Scott (22 puntos).
La temporada 92-93 es la del adiós de Lolo, que abandona la penya para hacerse cargo de la selección llevando a la penya al subcampeonato de liga y de Copa en dos finales perdidas contra Sabonis.
Globalmente, la temporada 93-94 es una temporada mediocre. De la mano de Obradovic, la penya traiciona sus principios y se reconvierte a un basket-control en el que Villacampa se siente claramente a disgusto. La campaña encierra sinsabores como la derrota en cuartos de la Copa contra el Tau Gres de Comas y un cuarto puesto final en la clasificación regular (“a mi no me gusta nada como juega este equipo”, declara Moncho Monsalve) son el preludio de una angustiosa eliminatoria de octavos de final de la ACB contra el Zaragoza (Natwest, creo que se llamaba por entonces) de Herb Brown. Villacampa es pitado en el primer partido, que el Joventut pierde en casa, para resurgir en el segundo, disputado en la capital maña. El tercero es igualadísimo y el Joventut se salva de caer eliminado gracias a los errores arbitrales (unos pasos clarísimos de Rafa Jofresa) y a la personalidad de Tomás Jofresa (con un triple inverosímil desde 8 metros). En cuartos también se sufre para eliminar al Cáceres.
Sin embargo, en medio de ambas eliminatorias, esta mediocre temporada guardaba una agradable sorpresa: la fórmula secreta que tiene Obradovic para las Final Fours (que, sin embargo, parece no servirle de mucho en los play-offs) beneficia también al Joventut y Villacampa (y el club, claro) logra el mayor triunfo de su carrera con el campeonato europeo. La temporada se cierra con la eliminación en semifinales contra el barça.
3 – El epílogo: Los problemas económicos sumen a la penya en una grave crisis institucional y deportiva, agravada por la ruinosa operación que supone renovar a Villacampa por 80 millones anuales. EL rendimiento de Jordi en sus tres últimas temporadas es diverso. Muy bueno en la 94-95. discreto en la 95-96 y desapercibido por las lesiones y la irrupción de Turner y Toolson en la 96-97. Al final de esta última, anuncia su retirada del baloncesto profesional renunciando al año que le resta de contrato. Desde entonces ha sido comentarista de radio (temporadas 97-98 y 98-99), directivo y, finalmente, presidente del club de su vida. Su gestión al frente de la entidad no parece reportar los frutos deseados, pero es obvio que su figura sigue imponiendo el respeto reverencial propio de todos los jugadores legendarios.
Es muy probable que Villacampa sea el jugador español más laureado de cuantos han desarrollado toda su carrera en un club de baloncesto y por ello merece un respeto mucho mayor del que sufrió por parte del diario el Mundo o de la revista Gigantes del Basket (en los últimos años de su carrera)
Según tengo entendido (y es perfectamente factible que me equivoque), Jordi Villacampa debutó con el primer equipo del Joventut de la mano de Manel Comas en la final de la Copa Korac del 81 contra el Carrera de Venecia en el Palau Blaugrana. No debe ser sencillo debutar a los 19 años en esa situación: pocos minutos para acabar el partido, marcador ajustadísimo y el equipo tan mermado por las faltas que te ves obligado a entrar a la cancha cuando tus planes para esa noche no incluían nada más atrevido que echarle las toallas a tus compañeros seniors en los tiempos muertos. Años después, Comas comentó: “le miré a la cara y estaba blanco como el papel”, pero el de Reus tuvo más remedio que saltar a la cancha.
El caso es que la penya ganó aquel título (el primero europeo de su historia) gracias a que una canasta (claramente fuera de tiempo) de Joe Galvin permitió forzar la prórroga, pero si alguien espera que comenté que Villacampa tuvo una actuación descollante en aquella final, que se vaya desengañando, pues falló los tres tiros que intentó en el partido, uno de los cuales, según tengo entendido, estuvo a punto de costarle la victoria a la penya. Este es un sambenito con el que Villacampa ha tenido que cargar toda la vida, el de no ser un jugador para finales ajustados. Cierto que poco hay que reprocharle a un crío de 19 años que debuta en condiciones tan extremas, pero es que en su extensa carrera son pocas las ocasiones en que se le han visto canastas decisivas sobre la bocina al estilo Jordan y eso, en un jugador con unas condiciones físicas y técnicas tan espléndidas, le convierte en el objeto de muchas críticas, sobre todo de los periodistas, tan dispuestos a crear un ídolo como a derribarlo.
Como jugador era, simplemente, impresionante. Poseía unos fundamentos que quitaban la respiración, una elegancia sobre la pista sin parangón y una capacidad para entrar a canasta nunca igualada por otro jugador español. En sus primeros años carecía un poco de tiro exterior, pero es un defecto que fue puliendo con los años hasta convertirse en un tirador de primera línea, aunque jamás pudo igualar al matraco Margall.
La carrera de Villacampa podría dividirse en tres periodos más o menos definidos:
1 – Los años de la frustración (1981-1988): acompañado por un grupo de jugadores salidos de la cantera de un nivel excepcional como Margall, Montero, Jofresa, etc... Jordi conoce los sinsabores de quedarse siempre a las puertas de los grandes títulos. Es varias veces finalista, tanto de liga como de Copa, pero su equipo nunca consigue culminar con éxito la empresa. En esos primeros años es entrenado por gente como Manel Comas, Aíto García Reneses o Miquel Nolis. En la temporada 86-87 debuta como primer entrenador un joven de 24 años que lleva a la penya al subcampeonato tanto de Copa como de Liga, Alfred Julbe, pero ese año, de la mano de Aíto García Reneses, el Barcelona había armado un equipo imbatible para un conjunto con solo 6 jugadores de primer nivel (Montero, Villacampa, Margall, Johson, Merieweather y Rafa Jofresa), y el banquillo da ambos títulos al conjunto culé. A todo esto hay que añadir la inexplicable sustitución de Jordi por José Manuel Beirán de la lista de jugadores que se adjudicaron la plata en los Ángeles’84, después de haber disputado todo el preolímpico.
Los años que siguen son los más frustrantes para Villacampa, y donde se empieza a labrar el desagradable mito del Joventut de “eterno semifinalista”. En la temporada 87-88, además de caer en las semifinales de Copa por sólo dos puntos contra el Madrid (creo recordar que tras una prórroga) y ceder en semifinales contra el barça en cinco partidos (después de tener el 2-1 e ir ganando el cuarto partido por 9 puntos de diferencia), el Joventut se planta en la final de la Recopa mermadísimo por las lesiones y cede en la prórroga después de levantar una diferencia de 16 puntos contra el Limoges de Dacury, Ostrowsky, Michel Gómez y compañía. La participación de Villacampa en los partidos decisivos no siempre está a la altura y eso hace que muchos periodistas encarnen la figura de líder y figura del Joventut en José Antonio Montero, jugador que en aquel momento parecía más “echao palante”. La tercera temporada de Julbe (88-89) es quizá la más discreta, pues cae casi sin rechistar tanto en la Copa, como en la liga como en la Korac, lo que le cuesta al técnico la no renovación.
Durante esos años nace otro tópico sobre Villacampa: es un jugador que no rinde en la selección. Tener delante a Epi o Sibilio parece intimidar a Jordi, que no logra dar la auténtica medida de sus posibilidades en el equipo nacional hasta el Mundial de Argentina’90.
2 – Los años dorados: La temporada 89-90 significa el embrión de los que en los años siguientes sería el mejor Joventut de la historia. Debuta Herb Brown como entrenador, pero el experimento americano no durará mucho. La derrota en la final de Copa (en la que parte como favorito) contra el CAI de Mark Davis (47 puntos en la final) es el preludio del cese de Brown que se consumará un par de semanas después, siendo sustituido por otro técnico de la casa: Pedro Martínez, que llevará al Joventut al segundo título en la carrera de Villacampa: la Copa Korac. En una vibrante final contra el campeón de la lega, el Scavolinni, el Joventut barre de un plumazo todos los mitos sobre su falta de carácter con un gran partido de Jordi en la ida y otro de Montero en la vuelta. Esta es la campaña de definitiva consolidación de Villacampa y, aunque el rendimiento del equipo es irregular, fulmina al Madrid en semifinales por 3-0 y tres partidos de más de 30 puntos de Villacampa (“es un jugador de NBA” declara George Karl), para ser a su vez abatidos por el mismo marcador por un barça sideral en la final. Al final de temporada salta la bomba: el Joventut anunciaba el fichaje de Lolo Sáinz y con él se inicia la mayor etapa de gloria de la historia del Joventut gracias a los fichajes de Thompson, Pressley, Ferrán (la respuesta a la marcha de Montero al barça) y el retorno de Pardo. La penya gana dos ligas consecutivas (90-91 y 91-92) con un espléndido Villacampa y solo un triple asesino le impide coronarse campeón de Europa. Esa misma temporada, Villacampa deja boquiabierta a la NBA con su actuación en la final del Open McDonalds, en la que su equipo se queda a dos puntos de batir a los Lakers de Magic y él acaba como máximo anotador con 23 puntos en un duelo electrizante con Byron Scott (22 puntos).
La temporada 92-93 es la del adiós de Lolo, que abandona la penya para hacerse cargo de la selección llevando a la penya al subcampeonato de liga y de Copa en dos finales perdidas contra Sabonis.
Globalmente, la temporada 93-94 es una temporada mediocre. De la mano de Obradovic, la penya traiciona sus principios y se reconvierte a un basket-control en el que Villacampa se siente claramente a disgusto. La campaña encierra sinsabores como la derrota en cuartos de la Copa contra el Tau Gres de Comas y un cuarto puesto final en la clasificación regular (“a mi no me gusta nada como juega este equipo”, declara Moncho Monsalve) son el preludio de una angustiosa eliminatoria de octavos de final de la ACB contra el Zaragoza (Natwest, creo que se llamaba por entonces) de Herb Brown. Villacampa es pitado en el primer partido, que el Joventut pierde en casa, para resurgir en el segundo, disputado en la capital maña. El tercero es igualadísimo y el Joventut se salva de caer eliminado gracias a los errores arbitrales (unos pasos clarísimos de Rafa Jofresa) y a la personalidad de Tomás Jofresa (con un triple inverosímil desde 8 metros). En cuartos también se sufre para eliminar al Cáceres.
Sin embargo, en medio de ambas eliminatorias, esta mediocre temporada guardaba una agradable sorpresa: la fórmula secreta que tiene Obradovic para las Final Fours (que, sin embargo, parece no servirle de mucho en los play-offs) beneficia también al Joventut y Villacampa (y el club, claro) logra el mayor triunfo de su carrera con el campeonato europeo. La temporada se cierra con la eliminación en semifinales contra el barça.
3 – El epílogo: Los problemas económicos sumen a la penya en una grave crisis institucional y deportiva, agravada por la ruinosa operación que supone renovar a Villacampa por 80 millones anuales. EL rendimiento de Jordi en sus tres últimas temporadas es diverso. Muy bueno en la 94-95. discreto en la 95-96 y desapercibido por las lesiones y la irrupción de Turner y Toolson en la 96-97. Al final de esta última, anuncia su retirada del baloncesto profesional renunciando al año que le resta de contrato. Desde entonces ha sido comentarista de radio (temporadas 97-98 y 98-99), directivo y, finalmente, presidente del club de su vida. Su gestión al frente de la entidad no parece reportar los frutos deseados, pero es obvio que su figura sigue imponiendo el respeto reverencial propio de todos los jugadores legendarios.
Es muy probable que Villacampa sea el jugador español más laureado de cuantos han desarrollado toda su carrera en un club de baloncesto y por ello merece un respeto mucho mayor del que sufrió por parte del diario el Mundo o de la revista Gigantes del Basket (en los últimos años de su carrera)
21 Comments:
Qué honor ser el primero en ponerte un comentario.
Que dure.
By Hugo, at 5:52 p. m.
suerte
By UROS JOSÉ, at 7:40 a. m.
Pues nada, gracias a los tres.
- Hugo: el honor es mío.
- Luís: Es que no se me ocurría otro nombre...
- UROS: Gracias... y dame algo de tregua, macho. ;)
Saludos.
By Ignacio, at 9:25 a. m.
Interesante comentario Ignacio, aunque lo esté diciendo tan a destiempo (aunque el mejor el de Corny, sin duda). Yo aún recuerdo cuando Gigantes del Basket era Gigantes del Superbasket y compartían periodistas de El Mundo. A Villacampa le criticaron tanto que a veces uno pensaba que había una especie de conjura. Recuerdo una carta abierta de protesta firmada por toda la plantilla del Joventut publicada en la revista donde se denunciaba la falta de respeto del medio hacia su capitán. Con todo lo que llovió entonces, el desastre deportivo y sus lesiones el final de la carrera de Jordi quedó ciertamente ennegrecido.
Por cierto, yo también soy forero de ACB.COM, aunque muy por debajo de tu nivel y experiencia: rip_hamilton te saluda.
By Anónimo, at 1:51 p. m.
Bueno, el de Corny es más pasional y personal y el de Villacampa más riguroso y frío. Va al gusto.
No conocía la anécdota de la carta de la plantilla de la Penya, pero la verdad es que no me extraña lo más mínimo, habida cuenta del ensañamiento repugnante con que trataron ambos medios al jugador en aquella época. Hasta Juan Manuel Lóopez Iturriaga salió en defensa de Jordi en su columna de El País.
Lo del nivel y experiencia es absurdo. Todos somos foreros iguales salvo los tres o cuatro descerebrados de turno.
Lamento que pilles el blog en un momento tan bajo. Mi situación laboral y personal no me permite dedicarle ya apenas tiempo cuando antes lo cuidaba bastante.
Saludos.
By Ignacio, at 9:33 p. m.
Bien pensado, creo que este es el mejor momento para rememorar los éxitos del pasado e inspirarse para ver si pueden repetirse, porque la Penya va en camino. Soberbia esta temporada.
Por otro lado, si no fuera porque acabé vendiendo una colección bestial de Gigantes (hoy día me arrepiento, porque había fotos buenísimas, alguna acabó en mi carpeta, como la de Mike Smith machacando ante el Madrid en Liga Europa), seguramente podría hasta poner la imagen en los foros y decirte el número exacto. Recuerdo que fue, justo la semana despues de una revista en la que salía la imagen de Jordi en portada, allá por febrero de 1995, en el momento más desastroso de la temporada, más cerca del descenso que del playoff.
En fin un nuevo saludo, ya nos veremos por el foro, aunque mis entradas varían según el momento de la temporada y los ánimos.
By Anónimo, at 10:11 a. m.
JORDI VILLACAMPA, SIN DUDA EL MEJOR JUGADOR ESPAÑOL DE SU EPOCA!!! CALUMNIADO Y POCO VALORADO POR LOS MEDIOS. Recuerdo articulos en gigantes que le daban un trato vejatorio! LAMENTABLE. Tambien recuerdo el especial que hizo Gigantes por la retirada de EPi... la de Villacampa apenas ocupo una pequeña columna!! JORDI ERES UN CRACK!
By Anónimo, at 8:31 p. m.
Gracias a él me enamore del baloncesto, siempre ha sido mi amor platonico. Sin lugar a dudas nunca se le hizo justicia al mejor jugador de su epoca, para los que siempre hemos estado con él y con la penya, siempre serás el mejor, sin duda alguna.
Pensad que en la epoca me desplazaba sola a ver los partidos de la penya vivia en Gava y iba en transporte hasta Badalona (ausias march)vaya tela, ahora que lo pienso. Siempre estaran en mi corazon Mike Schultz, Enric Margall, etc... Bueno lo voy a dejar que me pongo sentimental
By Anónimo, at 11:03 p. m.
HOLA AMIGOS, YO SOY SEGUIDORA DE JORDI VILLACAMPA DESDE HACE AÑOS Y TENGO 35.
AHORA QUE ESTOY ENFERMA DE ESCLEROSIS MULTIPLE, LO SOY AÚN MÁS.
SÓLO ME GUSTARÍA QUE PUDIERA HABLAR CON EL Sr. Villacampa, que años atrás me firmó una entrada aquí en SEVILLA.......................
By Anónimo, at 11:11 a. m.
gran artículo ignacio, radiografía perfecta de jordi villacampa, a mi juicio un jugador de excepción,un superclase y el mejor de europa en su época-petrovic aparte- injustamente tratado por algunos medios que no soportaban que no hubiera aceptado jugar en ninguno de los dos denominados "grandes" de españa cosa que si hubiese sucedido ahora sería un diós. Los play-off del 89-semifinales contra el madrid-demuestran la real dimensión de este jugador sin olvidar sus lagunas mentales en más de un partido trascendental
By jelovac, at 10:48 p. m.
Buen y detallado artículo. Jordi Villacampa, es para mí y para otros, uno de los mejores escoltas que ha dado el baloncesto español y europeo en su historia. Con el handicap de jugar en la Penya, en el Barça la prensa y los medio hubieran tratado a Jordi y a la generación que encumbro a la Penya como se merecían.
Jordi, sencillamente, hacía disfrutar del buen basket, de hacer las cosas con elegancia y con una técnica sublime....y en su etapa madura, fue un autentico super clase.
Gracias por el blog y ánimo a todos los que disfrutemos y continuamos añorando a la elegancia y la calidad en el basket que representó la carrera de Jordi Villacampa.
Salut a tots!!!!
By Sergi lona, at 12:39 a. m.
Jordi el terror de las nenas todas te queremos. Eres un tio de club. Como ningunolh
By Anónimo, at 10:19 p. m.
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